miércoles, 18 de agosto de 2010

Los Juegos

Las tardecitas tibias del otoño le regalaban a Poli unos buenos momentos de juegos.
Correr, trepar, saltar, volver a correr...
Los árboles desnudos, las hojas caídas, los bancos del parque, todo era apto para la diversión. Poli aprovechaba cuando su mamá se iba al mercado para hacer compras y la llevaba con ella para pedir un poco de "puedo rodar sobre el césped?"..."puedo correr hasta el poste aquél y vuelvo?"..."Maaá...puedo llevarme unas hojas secas para casa?"
Si de algo no podía quejarse Poli era de los juegos al aire libre.

Poli solía recostarse sobre el césped del parque y permanecía así por horas...observando las nubes, el cielo, alguna paloma o algún hornero curioso...y cuando su mamá terminaba de hacer las compras el "Poooliiiii...vaaaaamos!" la despabilaba y volvía a la casa, con sus manos llenas de hojas,sus mejillas rosadas por el sol y escondiendo en los bolsillos algún insecto.
Así transcurrieron los primeros años de la niña. Entre libros, lunas y juegos.

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